Carrera del agua, 20 de marzo de 2011

Esta semana ha sido necesario entrar en boxes para revisar el sistema de amortiguación y la presión de los neumáticos. A medida que se acerca el 17 de abril, el ordenador de abordo trabaja a ritmo frenético para anticiparse a cualquier fallo mecánico.
Tras la sesión de punción seca de principios de semana, el gran Jaime colocó el viernes cada fibra en su sitio y de esta manera pude asegurar mi presencia en la parrilla de salida de la Carrera del Agua.
Comentaba con Klass que estos momentos previos son ya todo un acto social, dada la numerosa concurrencia conocida. Además del susodicho, la omnipresente manada de Gacelas, camino de convertirse en un icono del atletismo popular (sólo cabe reprocharles su falta de visión estratégica ante la presencia de una presentadora de Telemadrid bastante despistada en búsqueda de algo que contar), y otros compañeros de carreras pasadas y futuras. Si me pongo a listarlos a todos, me paso toda la tarde.
Pues bien, una carrera maja, bien organizada a pesar de que esta edición casi duplicaba su participación sobre al año pasado, por un recorrido bastante céntrico, pero que hay que empezar a dejar de describir con palabras como “si es facilita, es todo cuesta abajo”. Pues hombre, depende. Hay tramos que es cuesta arriba.
Por si acaso, desde el principio la gente se ha puesto a correr como si se los llevara el diablo.
El tirón del atletismo popular está calando. Lo demuestran esos cada vez más numerosos corredores que se lanzan al asfalto con monedas y llaves en las riñoneras, bolsillo del chándal, etc, con su característico y tintineante sonido. Me pregunto si estamos ante una nueva moda.
Por otro lado, qué decir de la animación. Si alguna vez el Gobierno quiere hacer un simulacro de emergencia nuclear y que la gente se quede en casa con las ventanas cerradas, no tiene más que organizar una carrera popular un domingo por la mañana en Madrid.
Para evitar los pensamientos tan desconcertantes que se me ocurren en esos momentos, y aprovechando mi poco habitual estado de forma, he preferido colocarme desde el principio en aquella zona del pelotón en la que la gente no habla. Lo cual me ha permitido aprovecharme de la aspiración del grupo para aumentar mi velocidad de crucero. Todo perfecto para mejorar marca si no fuera por el interesante e innovador avituallamiento con que nos han sorprendido en el kilómetro 5: una bolsa de medio litro de agua, probablemente del sobrante del envío a los afectados por alguna catástrofe natural, que sólo causaba problemas, más allá de la novedad. ¿Abrirla con la mano o con los dientes? ¿Cómo evitar ducharte con el chorro de agua que saltaba si finalmente eras capaz de abrirla? ¿Cómo beber una gota? Si conseguías beber ¿cómo evitar tragar aire al beber? ¿Cómo transportarla? ¿Cómo tirarla sin empapar al de al lado (ya hemos dicho que no había público?)
A pesar de todo, un magnífico tiempo (todo es relativo: magnífico para mí, 51:00, otra MMP en 10k). De nuevo final acompañado de mi joven vástago, que se ha marcado una carrera bestial de más de 500 metros. No sólo no me ha hecho frenar, sino que cuando he descargado el Garmin he visto que hemos corrido ¡¡a 4:50 ¡!. Y sólo tiene 6 años. Aviso, si hay algún posible patrocinador que esté leyendo este blog: el que da primero da dos veces. Que me llame. Quizás con el atletismo no se gane tanto como con el fútbol, pero dotado de un físico excepcional, una simpatía desbordante y si le buscamos algún romance con alguna cantante de moda nos puede resolver la vida. Quizás podríamos anunciar agua en bolsas de plástico, o chándals para corredores populares con multibolsillos.

Si todo va bien, la próxima competición será MAPOMA. Qué intensos están siendo estos meses, pero me parece que nada comparado con lo que nos espera las próximas semanas.