Carrera del Rock & Roll, El Escorial, 17 de Julio de 2010

Es tremenda esta carrera, como todo lo que se corre en El Escorial. Lo malo no son las cuestas (que lo son). Lo que la hace dura es que las malditas están siempre a la vuelta de las esquinas, que no se pueden predecir, y antes de atacarlas tienes un plus de esfuerzo: el mental, porque tienes que responderte a la pregunta: ¿y yo tengo que subir eso?
No me refiero sólo a la cuestecita de marras, casi 1.000 metros de pendiente de más del 25% (según el Garmin, en el kilómetro 5 la subida es de 130 metros) que cansa incluso andando. Antes tienes otras tres rampas más cortas, pero que te dejan el cuerpo bastante tocado.
Si a eso le sumas casi dos kilómetros cuesta abajo (una experiencia casi como una montaña rusa de un parque de atracciones), un ambientazo en algunos tramos, grupos de rock a lo largo del recorrido, corredores disfrazados de todo (¿qué tiene que ver Napoleón con el R&R?) y volver a ver a los amigos/as de los blog, pues la experiencia del sábado por la tarde se convierte en algo para poner el contador en marcha esperando al año que viene.
La quedada previa, con Julia, Tania, Retamalejo, Jaime (inaudito, corrió vestido de rockero impenitente con ¡¡ cazadora de cuero ¡!), Jan (caracterizado como él mismo), Belén, y luego apareció Celina, también disfrazada y con un punto de femme fatale.

Por mi parte, encuentro con dos amigos, Mar y Carlos, este último se estrenaba, qué tío, lleva apenas dos meses corriendo, debuta precisamente aquí y con gran dignidad, y además le veremos en Donosti, porque se ha apuntado a la Behobia.

Bien, a las 9, y con 28 grados de temperatura, nos soltaron.

Con bastantes más gritos y cachondeo que una carrera estándar, empezamos a callejear por El Escorial, como he dicho con algunos regalitos en forma de cuestas cortas pero pronunciadas (tanto que era muy fácil ver gente ya andando). Haciendo el chicle con Tania y Julia, hasta que aquella se adelantó (vaya técnica, parece que va paseando y cuánto corre), y alguna reflexión con Julia sobre lo heterogéneo del grupo de voluntarios (tanto mujeres que dejaron hace ya mucho la edad del retiro laboral como niños que no habían cumplido los 11 años), muy animosos todos, eso sí.
La anécdota chusca de la tarde la proporcionó una lugareña, que protestaba indignada a un municipal porque no podía seguir con el coche por las calles cortadas. Ante la broma de un corredor (“señora, póngase a correr con nosotros”), la vecina le respondió con un escueto: “ ¡¡imbécil ¡!” en lo que técnicamente se conoce como “respuesta proporcionada”. Cómo está la peña, no quiero ni pensar que no hubiéramos ganado el Mundial.
En fin, el descojone sólo duró hasta el comienzo de la cuestecita, como ya he dicho, tras volver una esquina en la que ibas resoplando porque también tenía pendiente. Es impresionante mirar para arriba (definición de “arriba”: dícese de lo que se ve al principio de la cuesta rompecorazones, ni siquiera Coco podría explicarlo en un capítulo de Barrio Sésamo, cuando llegara a lo alto por primera vez iba a estar fundido). Todo lo que alcanza la vista está lleno de gente. Lo que es difícil de creer es que un ser humano pueda haber puesto eso en una carrera. Eterna subida, imposible no ponerse a andar, si bien los ánimos de la gente ayudan. Bueno, casi todos. Es bastante humillante oir cómo una señora de más de 70 años te dice “vamos, vamos, que esto me lo subo yo todos los días varias veces”. Y cuando crees que has acabado…..¿adivináis? ¡¡ Sí!! Un pequeño zigzag, y otro repecho más.
Bien, todo llega. Una vez coronada la cima, a dejarse caer. En una versión reducida pero no menos emocionante de la Media Maratón celebrada hace un mes, una bajada bestial, tanto que hay que tener cuidado con dos cosas: no caerte y cuidar con no hacerte daño en las piernas. Bueno, tres: no llevarte por delante al corredor extranjero que se para en seco para hacer fotos a las familias que están animando a la puerta de los chalets. Si es que….
Así que llegas a la meta casi volando: más gente en la calle Floridablanca, y tras un giro de 180 grados, (y 47:56, guau), misión cumplida. Hay que volver.
Próxima cita, 8 de Agosto, Pedestre Popular de Guadarrama (bueno, no sé, a lo mejor corro la carrera nocturna de Collado Mediano el sábado 24)